La maldita relatividad del tiempo

Hace ya meses que vi la película In time. Estoy segura de que muchos de vosotros también la habéis visto. El caso es que el argumento tenía muchísimo potencial: una sociedad futurista en la que la moneda de cambio es el tiempo y se pueden comprar o vender segundos, minutos u horas de nuestras vidas. Como es obvio, las de los pobres eran mucho menos longevas que las de los ricos. Pues bien, con esa premisa, el film prometía mucho, aunque luego para mí se quedara en nada de nada. Eso sí, me alegré la vista un rato viendo a Justin Timberlake. La cuestión es que llevo semanas dándole vueltas al tema del tiempo, y sobre todo a la falta de él. Soy de las que se maravilla cuando ve a alguien que, con un horario laboral de esos en los que casi no pisas la calle de día, aún le queda tiempo para apuntarse al gimnasio (apuntarse e ir, que no siempre ocurre), estudiar idiomas, ir a trotar con el perro por el parque antes de que salga el sol y, además, no perderse nunca una reunión c